viernes, 11 de noviembre de 2016

Ante el VIII Congreso Nacional de bibliotecas públicas: 8) Bibliotecarios, un ejército de defensores de las bibliotecas públicas, la cultura democrática, las palabras, la información y la educación permanente.

Ante el VIII Congreso Nacional de bibliotecas públicas:
8) Bibliotecarios, un ejército de defensores de las bibliotecas públicas, la cultura democrática, las palabras, la información y la educación permanente. 




Sin duda, los profesionales constituyen la piedra angular de las bibliotecas. Junto a los usuarios, son el doble corazón de una biblioteca y, desde luego, su motor. Según las estadísticas que estamos manejando, en el año 2014 se contabilizan en España un total de 12.718 trabajadores, ligeramente inferior al año 2010 que había 12.807. En el gráfico de personas empleadas en las bibliotecas puede verse la distribución por comunidades autónomas, aunque ese dato no me parece muy relevante debido a que hay que tener en cuenta el factor de la población, el tipo de localidad, la existencia de grandes ciudades, etc. 

 


Más significativo me parece el dato de relacionar el número de bibliotecarios con los habitantes. En este segundo gráfico se ve, una vez más, el tipo de política más democratizadora sobre el servicio bibliotecario que se ha seguido en las distintas comunidades autónomas. Según este indicador “Habitantes por trabajador ETC” (Equivalente a Tiempo Completo), en España había un trabajador en bibliotecas por cada 4.277 habitantes. En la cabeza de esta tabla, vuelve a estar Castilla-La Mancha, que cuenta con un bibliotecario cada 2.813 habitantes, seguida de Extremadura con 3.010 y Castilla y León con 3.326 habitantes por trabajador. Los peores lugares en la tabla los ocupan Canarias (6.111), Andalucía (5.402) y Comunidad Valenciana (5.345). Como es lógico, en esta tabla y gráfico, cuanto menor es la cifra de habitantes mejor es la posición relativa de la correspondiente comunidad autónoma.
Muy importante, esencial sin duda, el papel de los bibliotecarios. Ya hemos visto cómo bibliotecas sin apenas presupuesto tienen una presencia pública y una relación con la sociedad fundamental y constituyen bibliotecas verdaderamente vivas y dinámicas: y es que la gracia está en el bibliotecario. Por ello yo sigo reclamando bibliotecarios en condiciones dignas, con una jornada completa para ofrecer un servicio más amplio y eficaz incluso en pequeños municipios, que sean seleccionados por sistemas realmente profesionales y que cuenten con el apoyo de sus administraciones. Escribí hace más de una década un poema que titulé Tengo la voz ronca de clamar y en el que aludía al papel de los profesionales, y del que copio algunos versos:


Tengo la voz ronca de clamar

“Tengo la voz ronca de clamar….
Son ya muchos años de gritar,
como un profeta en el desierto.
 Palabras, palabras, palabras lanzadas al viento
defendiendo un derecho que se niega
como el pan y el agua se niega en tantos países de la tierra.
Y sigo caminando.
A veces soy un peregrino de esperanza,
pero tantas veces siento el deseo de quedarme quieto…
y callado,… en silencio….
Es cierto
que ya somos un verdadero ejército
que lucha a favor del libro,
que sueña con que algún día
todos puedan acceder a bibliotecas repletas de palabras y pensamientos,
todos puedan disfrutar
de información en libertad y en convivencia.
Y, sin embargo, renacen gigantes que muestran sus dientes afilados,
que pretenden segar la cosecha de un trigo
que aún no tiene el tiempo necesario.
Si, en verdad somos un ejército inmenso,
bibliotecarios para un servicio público esencial,
cada uno en su barrio, en su ciudad, en su pueblo,
ofreciendo exquisitos manjares a quienes los demandan,
a quienes los aceptan, a tantos que aman las palabras…”

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